miércoles, 27 de septiembre de 2017

Dieta y nutrición taoísta: Armonía de energías y sabores

“La comida y la bebida son necesarias para nutrir la vida. Pero si se ignora que las naturalezas de las diversas sustancias pueden ser opuestas entre sí, y se las consume juntas indiscriminadamente, los órganos vitales pierden su armonía y no tardan en presentarse desastrosas consecuencias. Por consiguiente, quienes deseen nutrir sus vidas deben evitar cuidadosamente infligirse este perjuicio”. (Chia Ming, El conocimiento esencial para comer y beber, 1368).

Una de las grandes ventajas de aprender el Tao consiste en que sus principios básicos son aplicables a todo, desde lo macrocósmico hasta lo microscópico. En el caso de la nutrición, el principio fundamental taoísta de mantener el equilibrio entre el Yin y el Yang se aplica armonizando las Cuatro Energías y los Cinco Sabores de los alimentos.



Las Cuatro Energías de los alimentos son calor, tibieza, frescor y frío. Estas categorías definen la naturaleza y la intensidad de la energía que se libera en el organismo humano al ser digerida la comida. Los alimentos calientes y tibios corresponden a Yang; los frescos y los fríos corresponden a Yin. Los primeros son estimulantes y generan calor, mientras que los segundos son calmantes y refrescan los órganos.

Los Cinco Sabores constituyen una distinción más sutil, basada en las Cinco Actividades Elementales: dulce (tierra), amargo (fuego), agrio (madera), picante (metal) y salado (agua). Cada uno de los Cinco Sabores posee una «afinidad natural» (gui jing) por uno de los cinco órganos «sólidos» Yin y su 35 correspondiente órgano Yang: el sabor dulce influye en páncreas/estómago; el amargo se mueve hacia el corazón/intestino delgado; el agrio tiene afinidad con hígado/vesícula biliar; el picante afecta a pulmones/intestino grueso, y el salado se asocia con riñones/ vejiga.

Los efectos terapéuticos de las Cuatro Energías y los Cinco Sabores son los siguientes:

• Los alimentos Yin frescos y fríos calman los órganos vitales y están recomendados para los menús estivales, así como para combatir las enfermedades Yang «calientes» tales como la fiebre y la hipertensión. Entre los alimentos Yin figuran la soja, los brotes de bambú, la sandía, los nabos, la col, las peras, la cidra y los limones.

• Los alimentos Yang tibios y calientes estimulan los órganos vitales, generan calor corporal y están recomendados para consumo invernal así como para mitigar las enfermedades Yin «frías» como la anemia, los escalofríos y la fatiga. Entre los alimentos Yang se cuentan el buey, el cordero, el pollo, el alcohol, los mangos y los chiles.

• Los alimentos «tierra» de sabor dulce dispersan la energía estancada, favorecen la circulación, alimentan la energía vital y armonizan el estómago. El maíz, los guisantes, los dátiles, el ginseng y la regaliz son ejemplos de esta clase de alimentos.

• Los alimentos «fuego» de sabor amargo, como el ruibarbo y el limón amargo, tienden a secar el organismo, contrarrestan el exceso de humedad y depuran los intestinos.

 • Los alimentos «madera» de sabor agrio, como las aceitunas y las granadas, son astringentes, tienden a solidificar el contenido del canal digestivo, combaten la diarrea y constituyen un buen remedio para el prolapso de colon.

• Los alimentos «agua» de sabor salado, como las algas, ablandan y humedecen los tejidos y facilitan los movimientos intestinales.

• Los alimentos «metal» de sabor picante, como el jengibre, el ajo y los chiles, neutralizan y dispersan las toxinas acumuladas en el cuerpo.


Los taoístas equilibran sus dietas buscando combinaciones de energías y sabores que resulten favorables y evitando escrupulosamente las combinaciones inarmónicas. Además, también evitan el consumo excesivo de cualquier tipo de energía alimenticia con exclusión de las demás. Por ejemplo, el consumo frecuente y excesivo de comidas Yang grasas y «calientes» puede dar lugar a fiebre, ardores, congestión, opresión en el pecho y otros desagradables efectos del «exceso de energía calurosa». Y, como este exceso de «calor maligno» trata de escapar del cuerpo, pueden aparecer también forúnculos y abscesos. Demasiada comida picante puede provocar perturbaciones gastrointestinales, perjudicar el estómago y producir hemorroides. Aun los alimentos más frescos y puros pueden resultar inútiles desde el punto de vista de la nutrición cuando se consumen en combinaciones que perjudican la digestión, causan putrefacción y fermentación, dificultan la asimilación y provocan conflictos en la energía interna.

FUENTE: EL TAO DE LA SALUD, EL SEXO Y LA LARGA VIDA -  DANIEL REID 


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