"Cuando comes, come. Cuando duermes, duerme. Haz lo que haces sin pensar en otra cosa que también podrías estar haciendo."
Sabiduría del Budismo Zen.
Podemos recuperar y mantener un
equilibrio en el estado saludable de nuestro organismo, generando y regenerando
nuevos hábitos alimenticios. Para esto, sólo precisamos disponer nuestro ánimo
creativo a la hora de preparar nuestros platos y algo muy importante “al
momento de ingerirlos”, contribuyendo, desde una simple acto, al desarrollo
integral de nuestro ser.
En muchos casos, la alimentación
diaria se ha convertido, como reflejo y consecuencia de un estilo de vida
agitado y desfasado de los ritmos naturales, en un hábito automático e
inconsciente, que deja en el olvido el consejo del sabio médico griego
Hipócrates “Que tu alimento sea tu medicina”.
Como un pintor que combina colores y
texturas, volcando creativamente lo que siente en ese instante, nosotros
podemos retomar el acto de cocinar como una instancia creativa y lúdica, aprendiendo
que nuestras propias manos son capaces de potenciar la fuerza de la naturaleza.
Inspirados en la variedad de colores,
aromas, formas y sabores, encontraremos la combinación precisa para aportar a
nuestro organismo agua, minerales, vitaminas, fibras, aminoácidos esenciales y
proteínas que refresquen y fortalezcan
los órganos internos, evitando así malestares estomacales y digestivos,
favoreciendo la predisposición a la actividad física e incrementando la lucidez
mental.
Ahora bien, llegado el momento de
sentarse a comer, es preciso “respetarnos” en este espacio, procurando
sentarnos y estar lo más en calma posible, evitando que interfieran las
discusiones, las distracciones tecnológicas, los pensamientos perniciosos y
todo lo que represente un factor de incomodidad o malestar.
Está en nosotros la capacidad de preparar
un espacio adecuado donde alimentarnos, acostumbrando a ventilar el ambiente,
dejando correr aire fresco para renovar el lugar, eliminando olores
desagradables o demasiado invasivos. Procurar quitar del alcance de la vista
boletas de pago, recordatorios de tareas pendientes, o cualquier estímulo que
genere un estado de tristeza, preocupación o enojo. Es preferible que el
ambiente esté limpio y ordenado, que tenga colores que nos agraden, aromas y
música que generen bienestar y tranquilidad.
Si comemos enojados, estamos
ingiriendo nuestro propio enojo. Lo mismo con cualquier emoción, perjudicando
la digestión y asimilación del alimento. Siguiendo el dicho popular, mientras
comamos, procuremos “no hacernos mala sangre”. De igual manera, si nuestro
alrededor es agradable y nos sentimos a gusto, sin duda la sensación después de
comer, será de bienestar.
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