La
energía bioactiva de los olores y la capacidad de la nariz para absorberla y
utilizarla terapéuticamente quedan puestas de relieve por la eficacia de la
aromaterapia, que en Oriente se viene practicando desde hace milenios para la
curación de enfermedades. Los médicos árabes de la Edad Media comprobaron las
notables propiedades de los aromas cuando observaron que los perfumistas y
fabricantes de incienso rara vez sufrían los estragos del cólera que
regularmente asolaba las regiones del Cercano Oriente.
La aromaterapia utiliza los aceites esenciales
de ciertas plantas aromáticas para curar dolencias específicas, presentando los
aromas en forma volátil a los nervios olfativos de la nariz, que están
directamente conectados con el cerebro y con los meridianos de energía.
El
Clásico del Emperador Amarillo declara (Huangdi neijing (el Clásico interior del emperador amarillo) fue creado en algún momento entre el período de los Reinos Combatientes y el período Qin-Han como un compendio del conocimiento médico chino hasta la era de la dinastía Han): «la esencia se transforma en energía».
En otras palabras, cuando los aceites esenciales de una planta aromática se
evaporan en el aire, liberan su energía en forma de fragancia, y esta energía
es absorbida por los nervios olfativos cuando un soplo de aroma llega a la
nariz.
La
aromaterapia funciona únicamente con aromas derivados de fuentes naturales
vivas, tales como flores, semillas y raíces. Los aromas sintéticos poseen
«olor», pero no energía, y cualquier nariz sensible puede percibir claramente
la diferencia.
En 1960, la revista médica francesa L'Hôpital
publicó un artículo del Dr. J. Valent sobre aromaterapia, que explicaba este
mecanismo de la siguiente manera: Transportado por el torrente circulatorio, el
aroma ionizado de las plantas impregna todos los rincones del cuerpo,
revitaliza poderosamente las células polarizadas y descargadas, corrige las
deficiencias electrónicas al recargar las baterías biomagnéticas y dispersa los
residuos celulares al disolver las sustancias viscosas y enfermas de los
líquidos corporales. También oxida los residuos metabólicos tóxicos, refuerza
el equilibrio energético, libera el mecanismo de la oxidación orgánica y la
autorregulación y llega a los pulmones y riñones, por donde es eliminado o
exhalado sin dejar restos.
Los
aromas naturales llevan una potente carga concentrada de energía bioeléctrica
activa que entra en el cuerpo por las mucosas de la nariz y rápidamente ejerce
marcados efectos terapéuticos en todas las células y tejidos. Un ejemplo obvio
lo vemos en el hecho de oler sales: basta una vaharada de este poderoso agente
aromático para revivir al instante a las personas desmayadas, sacudiendo su
cerebro con una fuerte descarga de bioenergía absorbida directamente por la
nariz.
Incorporar
esta ciencia milenaria a nuestra vida cotidiana nos puede traer incontables
beneficios y el equilibrio energético que estamos buscando, basta con generar la
conducta y hacerla parte de nuestros espacios.
FUENTE:
EL TAO DE LA SALUD, EL SEXO Y LA LARGA VIDA -
DANIEL REID
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