Esta vez desde Experiencias
Marciales, conversamos con la guerrera Jorgelina Félix de la Escuela Shen,
quien nos transmitió su experiencia en el camino marcial.
Mamá de 4 hijos. 43 años. Ama de Casa- Profesora de Teatro- Comerciante.
Guerrera de la Escuela Shen. Faja Roja.
Jorgelina comparte el amor por las
artes marciales con 3 de sus hijos, Amiell (10 años) y Carim (19 años) desde el
Kung Fu y Hernán (18 años) desde la práctica de Sanda. Un ejemplo de cómo
integrar el camino espiritual con la maternidad y lograr afianzar los vínculos
desde un lugar no convencional y profundamente interno. Una historia de
autosuperación y crecimiento.
-¿Cómo descubriste el Kung Fu?
Desde
siempre me gustaron las artes marciales, yo hacía otro arte marcial, quería
hacer Kung Fu pero era chica, tenía 19 años, no había cerca de mi casa y no tenía posibilidad
de moverme mucho, además, por ser “mujer”, me tenían apresada en mi casa. Me
quedaba cerca de casa otro estilo de arte marcial entonces comencé ahí.
Con el
tiempo me casé, tuve hijos y quise volver a las artes marciales, pero por
distintos temas familiares muy complicados no pude hacerlo.
Cuando
nació mi última hija, la nena de la familia, conocí lo que era la depresión
post-parto, sentía que me moría, que no tenía ganas de nada y nunca fui así. Hasta
el momento pensaba que la depresión post-parto era sólo una forma de llamar la
atención. Entonces me dije: tengo que hacer algo que me guste, que me haga bien
y saltar como un canguro en esas clases de Step
no era para mí, tenía que hacer algo que me dejara algo y a la vez que me sirviera,
espiritual, emocional y físicamente. Necesitaba
un conjunto de cosas que me diera todo.
Por otro
lado, antes de tener a la nena, me estaba por meter a estudiar a la facultad y
cuando me quedé embarazada ese proyecto se cayó, entonces necesitaba hacer algo
que me dejara algo. Todas esas cosas las reunía hacer artes marciales, el día
de mañana podía dar clases, me serviría emocional, espiritual y físicamente,
por lo que a mis 40 años comencé a practicar Kung Fu en la Escuela Shen.
-¿Cómo vivís el camino marcial en
compañía con tus hijos? ¿Te consideras una mamá guerrera?
No sé si
soy una mamá guerrera, si sé que la vida me ha presentado distintas situaciones
en las que les he podido servir a mis hijos para aprender a salir adelante.
Creo que por el ejemplo y no por lo que uno les enseña, aprenden que todo se
supera y que nunca hay que dejarse caer. Hacen 5 años me quebré los dos codos y
quedé con las manos enyesadas y mis hijos tuvieron que aprender hasta lavarme
cuando iba al baño, entonces, aprendieron que se pueden superar las cosas. Hace
10 años me quedé ciega, tenía el nene de 1 año y medio que recién aprendía a caminar
y yo no veía, tuve que aprender a salir adelante, hasta que me pude operar y así,
distintas dificultades, como la actitud ante la situación post parto, el no
dejarme caer aunque sentía ganas de dejarme caer, entonces ellos aprendieron
más que nada por el ejemplo, no sé si soy una mamá guerrera, pero si creo que
ellos lo toman como que así se enfrenta la vida, no dejándose caer.
En cuanto
al compartir la práctica del Kung Fu, está bueno para todos, mis dos hijos eran
adolescentes cuando empezaron y generalmente escucho que el 99 % de las mamás
hablan de que sus hijos se encierran, no hablan nada, se aíslan, normal de la
adolescencia, pero mis hijos nunca fueron así, siempre fueron de contar y
hablar todo. Cuando los varones son adolescentes normalmente se tiran más para
el lado del papá y tienen mayor complicidad, a mi me ayudó el venir a hacer
artes marciales juntos. Porque si bien veníamos quizá y ni no veíamos, ya que
cada uno tenía faja distinta y actividades distintas, en el camino del micro
teníamos el espacio para venir charlando y después estar en casa
y tener un tema de conversación en común.
El hacer
artes marciales con ellos me dio un tema de conversación, al punto de que el papá a veces decía: “hablen
conmigo, cuéntenme a mí algo, me están aislando” y nosotros diciendo “viste esto y viste aquello,
esta patada no me sale y que a mi sí, y cómo haces esta postura y cómo haces
aquello”.
-¿Qué representa en tu vida el Kung Fu?
Es mi
estabilidad física, emocional y espiritual. Es lo que me ayuda a estar en línea
y con todos los patitos en fila. (Entre risas)
-¿En qué crees que te ayudó en cuanto a
tu realización personal?
Mi
historia ha sido complicada, venía de una familia en donde la etiqueta era
siempre “vos sos de aries, sos una
persona mala, explosiva, nadie te va querer y tus hijos varones no te van a
querer nunca, sos una persona agresiva , impulsiva”, entonces uno se va criando
y creciendo con esa etiqueta, pero cuando empiezas a hacer algo por vos mismo y
a ver que si puede, que uno no es malo y que la gente si te quiere, te vas
sintiendo más fuerte y te vas dando cuenta de que podes más y el hacer artes
marciales tiene el plus de la competencia con uno mismo y no con el otro.
Tengo
miles de dificultades, como la de mi brazo izquierdo que después de la
operación no quedó bien, entonces no puedo girar la muñeca. Ir superando estas
dificultades te hace sentir cada vez más fuerte y que podés, te levanta el
autoestima y las ganas.
-¿Las enseñanzas las aplicas a tu vida
cotidiana?
Unas si, las
otras no, pero si me siento más fuerte al momento de discutir con alguien, es
como que digo: ya está no vale la pena, porque si te agarro te mato, es decir, no
tiene sentido, ni me interesa pelearte porque sé que soy más fuerte. De cierta
forma, ya no necesitas demostrar que vos podés.
En mi
casa me ha ayudado mucho con la paciencia, puede que sea el Kung Fu y también ayuda
la edad.
-¿Qué les dirías a las personas que
tienen interés, pero aún no se animan a
comenzar este camino?
Cuando
fui a la psicóloga me hizo una pregunta que me cambió totalmente la cabeza, me
dijo: “¿Quién sos? “. Allí me di cuenta que no sabía quién era y después
hablando con otras personas todas me decían lo mismo. Yo no me había puesto a
pensar en quien soy realmente. No se trata de cómo soy o qué hago, sino quien soy,
porque uno trae un montón de estigmas de sus padres, de su familia o de gente
que te conoce y porque hiciste tal cosa siendo adolescente te etiqueta y vos empiezas
a creer esas etiquetas. El arte marcial te sirve para conocerte, saber quien
sos, hasta donde podés llegar y qué es lo que podes dar.
Cuando yo
empecé en la Escuela venía con un estado físico deplorable, al punto de que mi postura
de caballo era sólo un centímetro de doblar las rodillas, no duraba 15 segundos
en caballo y yo decía: no lo voy a poder hacer nunca. Eso de superarse y saber
hasta dónde uno va poder llegar, te ayuda a saber quien sos, hasta donde llega
tu resistencia, hasta donde llega tu paciencia, hasta donde sos capaz de
perseverar a pesar de que te sientes frustrado y que hay cosas que no te
gustan, porque hay cosas que no te van a gustar y no siempre te tiene que
gustar todo, sin embargo, uno pone en la
balanza, qué es lo bueno y qué es lo malo y qué me sirve y qué no me sirve
Me he
dado cuenta de lo importante que es el arte marcial para mí, me he dado cuenta
de lo que soy capaz de hacer y cambiar.
Entrenar en Escuela Shen- Morón 216 - Mendoza
info@escuelashen.com / +54 261 423 0852
Cómo alguien que ha empezado hace poco en el camino de las artes marciales, me ha sido de inmensa motivación psíquica y espiritual conocer tu experiencia. ¡Gracias por eso!
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